La erupción del volcan Krakatoa

Regresamos al día en que la isla de KRAKATOA despertó de su letargo, a ese agosto de 1883 en el que la erupción volcánica más fuerte que el hombre haya conocido abrió una fosa submarina de 275 metros de profundidad que provocó un maremoto con olas de 30 metros de altura propagadas a una velocidad de 1120 kilómetros por hora. Aquel día que alguno llamó el del “Juicio Final”, momento en que lo profundo irrumpió a la superficie modificando totalmente el ambiente y que, a falta de más largo entendimiento, fue considerado como devastador. Asimismo, volvemos a esa región unos años después de la explosión para observar desde una perspectiva histórica más amplia la prueba de que la naturaleza es continua creación.
LA MAYOR ERUPCIÓN
A comienzos de 1883 Krakatoa era una más de las islas volcánicas del planeta. Situada en el estrecho de la Sonda, entre Java y Sumatra (entonces Indias Orientales Holandesas), actual Indonesia, cubría un área de 28 kilómetros cuadrados, dominados por un pico central de 820 metros de altura. Los isleños no se preocupaban por el volcán, pues la última erupción había sido en 1681 y algunos hasta pensaban que estaba extinguido. El 20 de mayo de 1883 el cono de la montaña ardió con vida, lanzando al cielo una ceniza caliente. Sin embargo, los meses siguientes, manifestó unas pequeñas erupciones solamente. Todavía eran pocos los preocupados. Los nativos estaban acostumbrados a las erupciones de escasa magnitud. Ese mismo año, a fines de agosto, se oyeron fuertes estruendos subterráneos, como si una bestia gigante despertase, y el 26 por la tarde la isla fue sacudida por una ensordecedora explosión. El cono central entró en erupción violenta y lanzó una columna de humo y cenizas que alcanzó los 27 mil metros de altura. Al día siguiente, temprano, muchos isleños se habían hecho a la mar.
Un inglés que logró escapar recordó a las multitudes incapaces de salir: "Los pobres nativos, pensando que era el fin del mundo, se reunieron como un rebaño y vivieron escenas realmente catastróficas entre desesperados gritos."A las diez de la mañana del día 27 la explosión desgarró a Krakatoa y disolvió dos tercios de la isla en más de 19 kilómetros cúbicos de roca que lanzó al aire. Las piedras fueron catapultadas 55 kilómetros hacia arriba, pasando a la estratósfera. Por unos minutos, el cielo se oscureció y, poco después, un área de 280 kilómetros a la redonda se sumió en total oscuridad. En Yakarta (Java), a 160 kilómetros de distancia, el estruendo ensordeció a los pobladores temporalmente, mientras que a más de 4800 Km. hacia el oeste, sobre el océano Índico, la gente imaginó que una gran batalla naval se estaba desarrollando tras el horizonte.Un cráter de 6,4 Km. de diámetro, gigantesca boca, abrió las fauces a un abismo de 275 metros de profundidad socavados por la explosión. Las aguas se precipitaron con tal fuerza que crearon un maremoto con olas que llegaron a los 1120 Km. por hora de velocidad, superando los 30 metros de altura. Tierras e islas fueron literalmente barridas. 36.000 personas murieron ese día. Las casas, en un radio de 160 kilómetros, borradas. Trescientos pueblos arrasados. La onda expansiva recorrió el aire alrededor del globo siete veces y el sonido se propagó miles de kilómetros.
Casi la mitad de la tierra recibió sus efectos. Junto a la ciudad de Anjer (Java), a 24 kilómetros, un holandés llamado De Vries se refugió en lo más alto del terreno y desde la copa de un árbol observó: "Una enorme masa de agua de la altura de una montaña. Una pavorosa visión se ofreció a mis ojos y donde se alzaba Anjer no vi más que un precipitado torrente espumeante." El día posterior a la catástrofe el capitán T. H. Lindeman, quien piloteaba su buque hacia Batavia, describió en su cuaderno de bitácora la consecuencia del maremoto: "Por todas partes dominaba el mismo gris y lúgubre color. Los pueblos y los árboles habían desaparecido; ni siquiera pudimos ver sus ruinas, porque las olas habían demolido y tragado habitantes, casas y plantaciones. Realmente era una escena del Juicio Final." El polvo suspendido en la atmósfera creó tonalidades de luz únicas, lunas azules; matices rojos, púrpuras y rosas que iluminaron los cielos nocturnos de todo el globo hasta que, después de tres años desde la erupción, el polvo se asentó por completo. El acontecimiento fue considerado como la mayor explosión natural de toda la historia de la Tierra. Sin embargo, lo que nosotros interpretamos y juzgamos como destrucción, para la naturaleza no fue más que otro paso -casi inexplicable a nuestro corto entender- para la renovación cíclica de la vida. En principio, de lo que había sido Krakatoa, quedaron pequeñas islas e islotes yermas, pero en 1927 se descubrió una renovada actividad volcánica que comenzó a construir otra isla bajo el lecho marino. Veinticinco años después, una explosión la alzó a la superficie y en 1952 nació Anak Krakatau, "hija de Krakatoa". Esta activa y pequeña isla, también volcánica, mide 150 metros de altura y está situada en el centro de otras cuatro cuyos perfiles dentados se hunden en el mar. (*)
A pesar de la supuesta esterilidad la explosión pareció dejar, nuevos seres se pusieron en actividad y, vertiginosamente, comenzaron a brotar. Tan es así, que actualmente la zona está protegida, en su mayor parte, por varios Parques Nacionales, pues alberga especies únicas. El Parque Nacional de la península de Ujung Kulong protege las islas de Panaitan, separadas por un canal de 500 metros donde se encuentra la isla coralina de Peucang y la Reserva nacional de Krakatoa, situada más al norte. La mitad del parque está ocupado por bosques lluviosos tropicales de las sierras bajas, un ecosistema casi único en la isla de Java. Las otras formaciones vegetales son el bosque de playas, comprendido por amplias extensiones costeras de manglares, el bosque pantanoso de agua dulce y otros de palmeras y pastizales. Se han censado 58 rarezas botánicas, mientras la joya de la fauna es una especie de rinoceronte que sólo habita Java y cuenta con una población de 60 ejemplares. Otras especies exóticas son el banteng, el ciervo susa, el perro salvaje, el gibón y el mono de Java. Se han inventariado un total de 35 especies de mamíferos, 250 especies de aves y 54 especies de anfibios y reptiles. (**)
Todo esto indica que la explosión no fue mera anulación, como podría dictarnos un análisis mezquino y acotado temporalmente, sino que fue un proceso más de la naturaleza que, como eterna creadora, empleó para forjar nuevas existencias con los mismos elementos. Hoy en día, Anak Krakatau parece estar dando señales de que un nuevo ciclo volcánico ha comenzado.
Fuente: http://www.temakel.com/geosagkrakatoa.htm
-Documental- Volcanes, montañas de fuego (1/6) (2/6) (3/6) (4/6) (5/6) (6/6)
-Documental - Volcanes, nacidos para la destruccion national geographic
-Fotos del Krakatoa
-En Wikipedia

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