Durante la operación Barbarroja en la Segunda Guerra Mundial, el ejército Soviético se encontraba diezmado por la eficacia de la Blitzkrieg Alemana. Buscando una forma de frenar el avance germano el ejército rojo empezó a utilizar una curiosa y nefasta arma, se trataba de perros cargados con explosivos y un detonante que estallaba cuando el perro lograba entrar debajo de los blindados alemanes. Para lograr su cometido a los perros se les entrenaba dejándoles pasar hambre durante días para luego alimentarlos debajo de los tanques.
Despues del entrenamiento los perros eran soltados en pleno campo de batalla pero su éxito fue muy dispar, si bien la Unión Soviética afirma haber destruido con este método 300 tanques enemigos en ocasiones los perros se volvían contra los propios tanques rusos causando destrozos que terminaron por acabar con su uso.
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