El asedio al Santuario de Santa María de la Cabeza,


La sublevación militar de julio no prosperó en Jaén, donde buena parte de la guardia civil estaba de acuerdo con ella. Ante la situación, los mandos pusieron en marcha un plan arriesgado para poder unirse a los rebeldes.

Parte de la fuerza simuló fidelidad al Gobierno y marchó con la columna Miaja. Los casi doscientos guardias restantes, sus familias y algunos civiles de derechas iniciaron el viaje hacia Andújar, con el pretexto de evitar enfrentamientos y autorizados por las autoridades republicanas. Una vez allí se instalaron en una finca llamada Lugar Nuevo y en el santuario de Santa María de la Cabeza, situado en un desolado paisaje de Sierra Morena.

En Andújar solo había unos cuantos milicianos mal armados y los refugiados vivieron sin problemas hasta finales de agosto. El día 31, el comandante Nofuentes, jefe de los guardias civiles, recibió a unos emisarios republicanos que exigían una explicación a su extraña situación, con una fuerza armada allí parada mientras que el Gobierno necesitaba tropas organizadas para llevar a los frente. El comandante adoptó una actitud contemporizadora, mientras que algunos oficiales, encabezados por el capitán Cortés, pretendían resistir allí hasta ser liberados por sus correligionarios. Poco después de la entrevista, el comandante Nofuentes pretendió enviar una carta equívoca a las autoridades republicanas de Andújar, pero el capitán Cortés le obligó a firmar otra que equivalía a la ruptura de hostilidades.

Así pues, se dio paso a un conflicto armado. Los 177 guardias civiles y 44 paisanos capaces de combatir se prepararon para la defensa. El día 3 de septiembre, grupos de milicianos y guardias de asalto tomaron posiciones alrededor de Lugar Nuevo y Santa María de la Cabeza. Momentáneamente, el responsable de las operaciones fue Fernando Carrión, que había sido nombrado gobernador civil de la provincia de Córdoba. La columna Miaja decidió atacar el 20 de septiembre. Contaba con una tropa muy heterogénea (con muchos espías, incluido el ayudante de Miaja) y sin aviación.


Cuando los republicanos atacaron, los rebeldes de Lugar Nuevo, donde se encontraba el teniente Ruano, tuvieron que replegarse hacia el Santuario. A pesar de que la defensa de Lugar Nuevo era más difícil que el cuartel general situado en el Santuario, Ruano sostuvo sus líneas de defensa y mientras fue posible, hizo frente a los intentos republicanos de tomar el lugar manteniendo las comunicaciones con el cuartel general incluso después de que los republicanos lograra aislar temporalmente la posición provocando una crecida artificial del Jándula con la apertura de las compuertas del pantano próximo. Cuatro días después de este episodio, al cabo de siete meses de resistencia, y a continuación de un ataque muy sangriento, Ruano se vio obligado a replegarse al Santuario, lo que consiguió de forma casi milagrosa.



Cuando la larga resistencia de los sitiados en el Santuario amenazó muy de cerca el prestigio del gobierno Republicano, Martínez Cartón se hizo cargo del mando de las fuerzas asaltantes y consiguió el objetivo que se le había trazado, aunque algunos historiadores, siguiendo a Hugh Tomas, atribuyan erróneamente el éxito del asalto final a la 13 Brigada mandada por alemán Zeisser. El general Martínez Monje, jefe del Ejército gubernamental del Sur, recibió la orden de acabar con el foco de resistencia, y para ello empezó a concentrar en la región fuerzas y material de guerra, entre ellas la 16 Brigada de Martínez Cartón.

Cercaban al Santuario, en la segunda quincena de abril de 1937 según el relato oficial de la guardia civil: La 20 División, reforzada por el batallón de Jaén y una compañía de guardias de asalto. Dicha división estaba integrada por la 16 Brigada mandada por Cartón y la 91 Brigada internacional (sic) mandada por Cordón, quien también era el jefe de operaciones. Además, 40 cañones de distintos calibres, 10 morteros de 81 mm, 4 lanzaminas de 110 mm y docenas de ametralladoras, más un escuadrón de tanques con base de partida en la caseta de peones camineros. En total, más de 12000 hombres de tropas escogidas.

Cuando el 1 de mayo cayó definitivamente el Santuario, las primeras palabras que oyeron los soldados gubernamentales que ganaron las últimas defensas del Santuario fueron:"No nos matéis. No nos matéis..." La propaganda interior y los largos meses de enconada resistencia les habían hecho creer que los vencedores no les perdonarían la vida. Pero sus temores resultaron infundados. Las operaciones sobre el Santuario acabaron con la evacuación de los vencidos. Excepto los heridos y enfermos, que quedaron hospitalizados en Andújar, los combatientes prisioneros fueron enviados al penal de San Miguel de los Reyes (Valencia) y las mujeres y los niños, a Viso del Marqués (Ciudad Real).

Fuente: http://guerracivil.forumup.es/post-23401-guerracivil.html

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