La indigna ballesta


Cursaba el siglo X en Europa y el estilo de guerra exigía un arco más potente, capaz de perforar las cada vez mejores protecciones metálicas que usaban los caballeros. Las soluciones pasaban por el arco compuesto o el arco largo, pero las dificultades técnicas de construcción del primero y los diez o 15 años necesarios para entrenar a un arquero competente para el segundo, favorecieron la búsqueda de una alternativa. Así, la solución fue encontrada en las ballestas, utilizadas durante muchos siglos en las diferentes guerras que sacudieron el viejo continente en la Edad Media y la Edad Moderna. En sus inicios tuvieron un rotundo y rápido éxito, que decayó con la misma celeridad a la llegada de las armas de fuego.
Las primeras ballestas medievales eran artefactos muy rústicos: se tensaban apoyando el arco en el suelo y sujetándolo con los pies, al tiempo que con las dos manos se tiraba de la cuerda hasta fijarla en la muesca de un tosco disparador
En la segunda mitad del siglo XII, se introdujo el estribo, una pieza fijada al bastidor en la cual se introducía el pie para sujetar el arco
Evidencias físicas y escritas aseguran que ya se habían fabricado y utilizado en China durante el siglo IV antes de nuestra era. De 341 a.n.e. datan los primeros registros fiables de que se utilizaron en la batalla de Ma-Ling, en China. Hacia 228 a.n.e. se encontró en ese país el primer resto de una ballesta: un mecanismo de enganche en bronce hallado en una tumba. Mientras, un tipo de ellas llamado gastrafetes se inventó de forma independiente en Grecia, aproximadamente en el mismo período. En Europa, luego de seis centurias en uso, fueron retiradas del servicio en los ejércitos alrededor del siglo XVI, pero su empleo para caza y tiro al blanco ha continuado hasta hoy.
Se cuenta que era considerada un arma para cobardes, pues evitaba que los hombres se enfrentaran cuerpo a cuerpo en el combate. El desprecio de la aristocracia por este artefacto propulsado a distancia llegó hasta el Renacimiento y aunque la Iglesia y el Imperio trataron de prohibirla, su utilidad, potencia y efectividad hicieron que se propagase por toda Europa en los siglos XIII y XIV. Para la nobleza cristiana y para la Iglesia de Roma fue un arma despreciada cuando no maldita, no en vano una de sus representaciones más antiguas en la iconografía era en manos de un demonio. En efecto, para un noble entrenado desde la infancia en el arte de la guerra, protegido con un costosísimo armamento defensivo, era intolerable la posibilidad de ser vencido o muerto no por un igual sino por un plebeyo escasamente adiestrado y desde una distancia tal que era imposible cualquier defensa.
De hecho, mientras que un caballero capturado era normalmente respetado por sus similares, por solidaridad de clase o para conseguir un rescate, los arqueros y ballesteros eran masacrados como asunto de rutina e incluso los nobles de un ejército podían aplastar con los cascos de su caballo a sus propios ballesteros si se interponían en el camino.
De ahí que el Segundo Concilio de Letrán prohibiera el empleo de la destreza mortífera de arqueros y ballesteros, aunque solo contra otros cristianos. Estas proscripciones fueron ignoradas desde el primer momento y no surtieron efecto alguno.
Bajo estos criterios, la ballesta fue utilizada normalmente por mercenarios, a menudo de origen italiano, de donde procedía la madera de tejo que se consideraba la más apropiada para la construcción de los arcos, si bien se mencionan hasta cinco tipos de madera para su terminación.
Las primeras de la época medieval eran artefactos muy primitivos y rústicos. Ya en la segunda mitad del siglo XII, fueron lo suficientemente potentes como para que se pudieran tensar con la mano, con lo que se tuvo que introducir el estribo, una pieza sujeta al bastidor en la cual se introducía el pie para sujetar el arco. Enseguida aparecieron sistemas mecánicos para tensar la cuerda, basados en el principio del torno.
Otra de las ventajas de la ballesta está en sus proyectiles, ya que empleaba dardos o saetas bien cortos, de cabeza piramidal maciza, más baratos y perforantes. El dardo de punta metálica podía atravesar corazas inalcanzables para un arquero.
Hacia el siglo XV la terminología descriptiva de una ballesta pasaba por los vocablos cureña, nuez, caja de la nuez, canal, cranequín, brida, cuerda, arco y llave
Sin embargo, su desventaja residía en el largo tiempo que ocupaba cargarlas, que hizo a menudo necesaria la asistencia de un escudero para proteger al ballestero mientras este recargaba laboriosamente su arma a una cadencia de unos dos a cuatro disparos por minuto, frente a los diez o 15 de un arquero experto. Y pese a lo que suele creerse, el alcance no era superior al de un arco largo o un buen arco compuesto, pero con una mayor capacidad de perforación. Las ballestas serían ya desde el siglo XIII elementos habituales no solo en asedios sino en batallas terrestres o navales.
Cuando a lo largo de varios siglos este sistema se perfeccionó, se encontraron otras ventajas, entre ellas que los ballesteros no necesitaban un entrenamiento tan prolongado como los arqueros para lograr dar en el blanco.
Con ella se conseguían buenos alcances (150 metros efectivos, pero sin precisión) y la diversidad de proyectiles que podían usarse era bastante numerosa: cortos, medios, largos, de metal, de madera, con punta de madera o de metal, con plumas, sin plumas, con forma de bolas, que contenían granadas de pólvora, piedras, y otros.

Fuente: http://www.bohemia.cubasi.cu/2007/02/12/especiales/ballesta.html
-Ataque con ballestas en la película "El reino de los cielos"

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